Qué triste es ver dónde nos está llevando esta sociedad en que vivimos.
Todos
estamos demasiado ocupados para los demás; siempre hay algo más
importante que hacer que dedicarle dos segundos de nuestra vida a una
persona que nos necesita o que, simplemente, le podemos decir "hola" y
será suficiente para hacerla feliz.
¿Tanto nos cuesta dejar de creernos ser el ombligo del mundo?
No
me gusta vivir en un mundo en el que las personas no importamos, en el
que las cosas han pasado a un primer término que no les corresponde, donde el "tener" ha desbancado al "ser".
Por
suerte o por desgracia pertenezco al grupo de personas que necesitan
todos los días una caricia, una sonrisa, un gesto amable y, por
supuesto, soy el primero que lo hago. Creo que si yo lo necesito, los
demás también. ¡Tonto de mí!. ¿Seré raro?
A
estas alturas de mi vida ya no puedo cambiar: seguiré dando abrazos,
besos y caricias sin que me lo pidan. Lo que sí que hago es no esperar nada a cambio, no poner la mejilla porque lo más
probable es que me lleve una bofetada.
Afortunadamente
hay tres personas en mi vida que me dan un beso todas las mañanas. Pero
¿y todas esos seres humanos que no tienen a nadie que se lo dé?.
Personas que están solas o, que estando acompañadas, se sienten solas.
Utilicemos
las redes sociales no sólo para escribir tonterías. No sabemos si la
persona que está al otro lado necesita ese beso, esa caricia o esa
palabra amable que hace tiempo que no recibe, yo fundamentalmente uso las redes sociales para ese fin.
Todos
tenemos un segundo en nuestra vida diaria para desear un feliz día a
los demás, para que no se sientan solos, para que al abrir esta
maravillosa ventana que es internet puedan encontrar ese beso que no
tienen en la realidad, para escribir unas palabras que lleguen a su corazón, para colgar un video que le traiga gratos recuerdos, una frase de aliento, de motivación.
MIL BESOS!
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