Que no te suene como mentir el compartir palabras, sentimientos, canciones, libros de otros autores, que hago mios, porque plenamente me identifican, porque me ayudan a expresarme en momentos concretos.
No te das cuenta de que no necesito quitarme toda la ropa para quedarme
desnudo, la mayoría de las veces me basta con no mentirte, con
deshacerme del bloque de hormigón que impide que te metas en mí y me
conozcas más por dentro.
Mis noches son inconstantes, es más, ya ni
siquiera le encuentro la gracia a perderme por los bares e intoxicarme
de la música y de la gente.
En el fondo me muero de
sed, pero de sed de ti, aunque me sueles dar la peor de las resacas.
Inconscientemente te pido una copa de tus labios, y luego otra, y otra, y
otra más. Lo más seguro es que me arrepienta mañana pero en este
momento sólo me concentro en disfrutarte antes de que sea demasiado
tarde y mi cordura vuelva a gobernarme. Lo disfruto ahora porque puede que al día siguiente ya no existas.
No suelo mentir, es cierto, pero es que sé de sobra que me quedaría
toda la vida enredado en las sábanas de tu cama con la única razón de
que seas lo primero que vea al despertarme.
Ten en cuenta que a mí esto
me aterra, que son sentimientos demasiado grandes para un cuerpo tan
pequeño y a veces se me escapan por la boca, por eso alguna vez te miento.
No me
culpes a mí, en el fondo lo hago por salvar lo que nos queda de emoción y
de ti. El día que me desnude te confesaré que en fondo me he dejado el
alma y mi corazón para que no salieras corriendo, que locos enamorados
los tienes a patadas y a mí eso como que no me va mucho.
Si realmente
me quieres desnudo no me quites la ropa, atrévete a meterte en mí
interior por encima del plano físico, ten cojones a saber desnudarme en
un plano emocional.
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