martes, 24 de enero de 2012

"NO HAY PREMIO EN LA META: ESTA ES TU VIDA"

Me asomaba a la terraza después de cada polvo y de que ella cerrara la puerta del baño. Dejándolo todo en silencio. Perdía la mirada en la ciudad y dejaba que el frío me erizara la piel. Baladas del Boss, bajito. Estaba semidesnudo, aún no me había vestido y la casa estaba en penumbras. Era como si hubiera estado en el cielo y ahora me diera cuenta de que no existía. Sólo había una ciudad latiendo lejos de nosotros, éramos parte de la lluvia que estaba cayendo. Sacaba la mano acercándola a la lluvia. Dejaba que las gotas dibujaran en mis manos círculos. Oyendo susurros en el viento: “Hoy estaba preciosa.” Era una soledad que no dolía, era un exquisito y necesario renacer. Escuchando el tráfico, los susurros del viento, con un frío que no helaba. Esta vez no. Ahí fuera la ciudad latía, soñaba, sentía y cada una de sus arterias sangraba instantes. Dentro no pasaba nada, el mundo estaba en pause. Como sentarse a ver como la lavadora da vueltas en una de esas lavanderías americanas, sabiendo que ese momento no te llena, pero te reconforta. Escuchando girar la vida. Despacito. Como las baladas del Boss de fondo, bajito. Y la ciudad que se va apagando. Ya es medianoche.


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