miércoles, 30 de mayo de 2012

DEMASIADO NORMAL

Adolfo eres fantastico y un ser muy especial que calas en los corazones de las personas que aparecemos por tu vida. Te queremos.

Era una frase demasiado especial que me había dicho en un momento cualquiera de mi vida, coincidiendo con el día de mi cumpleaños, pero que me hizo sentirme la persona más feliz del mundo.

Cuando la leí sentí miedo; miedo a no saber corresponder a ese amor que me estaban brindado; miedo a dejar de ser un bicho raro y ser alguien comprendido; miedo a tener que enfrentarme a mí mismo y a mis sentimientos.

Sentado frente a la pantalla de mi ordenador me quedé bloqueado; mis dedos se habían paralizado y mi mente, creo que por primera vez en mi vida, se quedó en blanco.

Para muchos es difícil entender que una persona sólo quiera en su vida que le den cariño, que a pesar de que pasen los años sigue necesitando abrazos, besos, alguna palabra amable y que todos sus anhelos se reduzcan a eso. Es poco, pero en el mundo en que vivimos es muchísimo.

Siempre he creído que no pertenecía a esta época en la que me ha tocado vivir, en la que el dinero y las apariencias es lo más importante, en la que dejamos de ser nosotros para ser lo que los demás quieren que seamos, en la que nos deshumanizamos y somos seres que sobreviven pero no viven.

Somos muchos los que seguimos siendo soñadores, ilusos en un mundo demasiado práctico y nos toman por locos, por personas que perdemos el tiempo en tonterías.

No tenemos grandes metas, buscamos la felicidad limpia, ésa que no se paga con dinero, ésa que simplemente se consigue oyendo de vez en cuando un ¿qué tal estás?, ésa que nos proporcionan nuestros sueños, ésa que nos permite seguir permaneciendo ocultos en nuestro anonimato y saber que alguien nos quiere, ésa que nos llega cuando alguien nos sonríe.

De pequeño siempre me decían: "Como no se te endurezca el corazón, qué mal lo vas a pasar". Y doy gracias porque no se ha endurecido; porque sigo llorando al oír una canción, porque sigo sintiendo mariposas en el estómago cuando veo a la mujer que amo, porque me sigue emocionando oír de mis hijos la palabra papá, porque sigo pensando que todo el mundo es bueno, porque la vida me da bofetadas pero me levanto y continúo, porque sigo luchando cada día por ser quien soy: simplemente yo, demasiado iluso, demasiado tonto, demasiado ingenuo, demasiado miedoso, demasiado cobarde, pero a la vez demasiado querido, demasiado esperanzado y demasiado normal.


jueves, 24 de mayo de 2012

ANDANDO Y SINTIENDO


Empieza el día, recogido en la madriguera te escribo unas letras para decirte que el día puede ser intenso, como la lluvia en el trópico o como la espera de un enamorado, ese primerizo que quiere decirle tantas cosas a su amada, tantas, y no le sale ninguna.

El silencio me rodea y es como una canción de ausencias o como una balada de pérdidas, pero miro al cielo azul encima de mi cabeza y veo la inmensidad de los vacíos y la pequeñez de las cosas hermosas, veo en mi interior las luchas de siempre, esas de las ideas, y es tanto el alboroto por salir la primera cuando no saben que lo importante no es la primera flor, lo importante es la flor que llega a las manos de la persona amada. Lo importante son los actos, esos de entrega a los demás y a uno mismo, lo superfluo son las palabras, esos adornos para perderse dentro de las tapas de un libro, o en las páginas de un blog.


El mejor libro que he leído estaba sin letras, y se las he dado a lo largo de mi vida,  página a página, lágrima a lágrima, sonrisa a sonrisa, camino que hace nuevos caminos, mujeres que encontré en mi vida, ese es mi libro, los otros son experiencias o sueños de otros, y a muchos los admiro, pero no es nada mío.


Las palabras, a veces, nos regalan los oídos, otras se las lleva el viento al rincón de la nada, pero aún, y eso espero, me quedan unas cuantas páginas que rellenar, unas cuantas vivencias, unos cuantos sueños a tu lado o en soledad, unos cuantos caminos de peregrino que recorrer en el páramo o en la montaña, junto al riachuelo o al lado de mi árbol solitario.


Y me marcho a pasear la salida del sol, y me marcho a mirarte, mujer, y me marcho a mirar paisajes, luces y sombras, y me marcho sin saber donde... pero volveré.


“Ver nacer el sol”
La paz más bella que se puede ver y sentir…

miércoles, 23 de mayo de 2012

¿DONDE ESTÁ?

¿Por qué tenemos que crecer y perder la inocencia infantiles?, la respuesta es evidente: si seguimos siendo inocentes la sociedad se nos come. Pero no hay nada como las respuestas claras y sin maldad de los niños.

Desde la mayor tontería hasta algún problema grave, todo tiene una solución contundente en el mundo de los pequeños.
 
Cuando a un niño se le pregunta si las cebras son negras con rayas blancas o blancas con rayas negras, no recurren a ningún biólogo o veterinario para que le dé la respuesta, lo tienen muy claro: "Como los pasos de cebra, negras y les pintan las rayas", y tranquilamente continúan con sus juegos.
 
Creo que el mundo sería mucho mejor si, por un tiempo, lo gobernaran los niños.
Ellos son capaces de discutir y a los dos minutos estar dándose abrazos; de decir las cosas a la cara sin plantearse si es o no políticamente correcto y no molestarse por ello.
 
¿Cómo se nos ha podido olvidar tan pronto que nosotros también fuimos niños?
 
Hemos archivado en algún lugar recóndito de nuestra mente que las cosas eran sencillas, que todo tenía solución, que si alguien no quería jugar con nosotros siempre había otro que sí, que hablar en un parque con otro niño desconocido no era ningún problema, que soñar con los ojos abiertos era lo más normal del mundo.
 
Crecemos y todo se vuelve complicado, no vemos salida a ninguno de nuestros problemas, nos sentimos solos en un mundo lleno de gente, intentamos esquivar conversaciones y hasta hemos creado el término "conversaciones de ascensor", no soñamos porque creemos que nunca se van a hacer realidad.
 
Y todos lo sabemos, y ninguno hacemos nada.
 
Si soñamos, nos tachan de ilusos; si no le damos importancia a los problemas, somos unos dejados; si intentamos entablar una conversación con algún desconocido, somos unos tarados.
 
¿Dónde está lo que un día fuimos?. Lo hemos dejado morir y, para desgracia nuestra, seríamos mucho más felices si aún estuviera con nosotros.
 
 

martes, 22 de mayo de 2012

TENGO UN VICIO...

Mi vicio es sentir el contacto ajeno: una mano en el hombro, una palabra bonita, un gesto sincero, ....
 
Cualquier motivo es bueno para sentir el contacto con otras personas; si hace frío, se le da un abrazo; si está triste, le muestras una sonrisa. No son cosas caras si les queremos poner un precio en metálico, pero para algunos son cosas muy caras si no les salen del corazón.
 
Mi vicio me lleva a buscar cariño, a ser una persona transparente y eso, a la larga, muchas veces se paga muy caro. Pero siempre vuelve, siempre espero esa mano amiga o esa palabra.
 
Como creo que cada uno obtiene lo que da, me gusta tener siempre una sonrisa en la cara, una palabra bonita, un gesto que haga que otros se sientan bien, aunque uno no lo esté.
 
Quizá muchos piensan que son maduros, demasiado mayores para que alguien, sin más ni más, les haga una caricia en la cara, les de un beso de amistad o les diga algo bonito; para mí eso no es madurez, es no dejar salir los sentimientos que todos llevamos dentro y que, de vez en cuando, necesitamos que salgan.
 
Igual que reímos cara al público, podemos y debemos llorar y, cuando menos lo esperemos, habrá una mano amiga que se posará sobre nuestro hombro y nos dará la fuerza para que nuestras lágrimas se sequen.
 
Al igual que mi gato se sienta en mis piernas para que le acaricie y después se va tan contento, yo también necesito esas caricias, las que se ven y las que no.
 
Probablemente mi vicio, para algunos, sea una tontería, pero sé que para muchos es una necesidad diaria y sé que no hay dinero en el mundo para pagarlo, tan sólo intentar devolverlo.
 
 

lunes, 21 de mayo de 2012

CONOCIDOS Y AMIGOS




Las personas pasan por nuestras vidas igual que pasan los años.

Somos miembros de la familia que formaron nuestros padres y, junto con nuestros hermanos y hermanas, o solos, es un núcleo del que creemos que nunca vamos a salir. Pero llega el día en que abandonamos el nido; nos hemos hecho mayores. La educación de nuestros padres nos ha marcado y nos ha enseñado cómo comportamos en la vida y, ahora, somos nosotros los que tenemos que afrontarla y saber dar lo mejor que llevamos dentro.

Creamos nuestras propias familias, y entonces nos corresponde a nosotros enseñar a nuestros hijos los mismos valores que hemos aprendido. Aquellos que les harán, en un futuro no muy lejano, abandonar el nido que hemos creado y volar solos.

Pero no todo se reduce a la familia.

En nuestra vida van entrando y saliendo personas ajenas a nuestro núcleo familiar: nuestros conocidos. He empleado la palabra conocidos perfectamente consciente de que no puedo decir la palabra amigos.

Amigo es una palabra demasiado especial, demasiado llena de valores.

Muchos son los conocidos con los que compartiremos momentos a lo largo de nuestro camino: aquellos con los que coincidimos en el colegio, los de la universidad, los que nuestra pareja trae consigo, los que hacemos en el trabajo, los padres y madres de nuestros hijos.

Estarán ahí en un momento puntual de nuestras vidas y tanto nosotros como ellos, nos utilizaremos: para dejarnos unos apuntes, para cuidar un día de nuestros hijos, para salir a tomar unas copas, o, simplemente, para extraer de ellos una serie de vivencias que nos hacen pensar.

Son personas que, durante una temporada, ocupan un hueco en nuestro corazón. Hacen que nuestra vida sea más cómoda, al igual que nosotros hacemos que la suya lo sea. Pero ¿hasta qué punto llenan nuestras vidas?.

Por otro lado están los amigos.

Es una palabra difícil de definir. Se puede emplear el tópico de que amigo es aquel que está en los momentos difíciles sin ser llamado.

No creo que esta sea la mejor definición. Para mí un amigo es aquella persona con la que puedo estar sin decir nada y respeta mi silencio y me comprende; es aquella con la que puedo estar horas y horas sin dejarle decir palabra mientras yo hablo y me comprende; es aquella que aunque discutamos, me vendrá a mí con el problema para entre los dos solucionarlo; es aquella que, de corazón, se alegrará de mis éxitos y , ni por un segundo, la palabra envidia se le pasará por la cabeza; es aquella que, en resumen, me aceptará como soy, y no me pedirá que cambie.
Me dejo muchas cosas en el tintero y sin embargo me sigo preguntando ¿realmente existen los amigos? Yo, por suerte, creo que sí.

domingo, 20 de mayo de 2012

VIVIR EN EL AQUÍ Y EL AHORA




Este mensaje es para todos los que han/hemos llegado hasta la situación del sufrimiento, y hemos tomado la decisión de no aceptar mas dolor. Queremos hallar felicidad, pero nos asemejamos al hombre que "cree haber perdido su caballo, se pasa toda la vida buscándolo, y al final descubre que siempre estuvo montado en el" (chuang Tzu).

Estamos habituados a tener la atención dirigida hacia afuera, para percibir con la mente todo aquello que es exterior a nosotros. Dejamos que la mente interprete cuál es el mundo real. Permitimos que designe lo que somos, según la comparación con las fachadas que fabrican los demás. Es la mente quien decide si eres pobre o rico, bonito o feo, bueno o malo, poderoso o miserable, inteligente o bruto. Y luego pasamos la vida anhelando ser aquello que no somos, tener aquello que no poseemos y sufrimos enormemente porque no podemos alcanzarlo.

Cuando construimos nuestra realidad con la mente, el pensamiento siempre está en movimiento. Viajamos al pasado a recorremos una y otra vez aquellos eventos traumáticos donde nos quedamose atascados. Repasamos el dolor y dramatizamos diálogos interminables de lo que podríamos haber hecho y lo que deberíamos haber dicho. En este proceso perdemos nuestra salud, nuestra alegría, y el mundo parece gris y desabrido.

La mente no sabe vivir el tiempo presente, porque está demasiado ocupada para percibirlo. Si no está rebuscando en los archivos del dolor, estará planeando el futuro dentro de los parámetros de lo que ya hallamos vivido. Ella no tiene posibilidades de aceptar algo diferente a lo que ya conoce, ni tampoco consigue manipular lo que vendrá para complacer nuestros deseos y apetencias. Los pensamientos proyectados al futuro nos paralizaran de miedo, porque se enfrentan con la incertidumbre. Y el miedo es nuestro peor consejero, recuérdalo. Si lo aceptamos como huésped nos atraerá precisamente aquello que mas tememos.

Cuando tomamos la determinación de ser felices, solo hay un cambio que debemos hacer para lograrlo. Usar nuestra facultad de atención, y dirígirla hacia adentro. Lo primero que trascenderemos será el concepto del tiempo. Nos daremos cuenta de que el pasado no existe ya y que, para ser libre, debemos diluirlo. Que el futuro se sale de nuestras manos, pues su único elemento fijo es la inseguridad. Es así porque la eficacia de nuestro aprendizaje depende ampliamente del hecho de enfrentarnos con aquello que ignoramos.

Solo podemos ser feliz en el “aqui y el ahora”, que es lo único que es nuestro. Ese “aqui y ahora” tenemos que vivirlo, no con la mente y sus juicios interminables, sino con la conciencia de nuestro cuerpo físico y nuestra inteligencia. Esto lo conseguiremos si cultivamos la atención enfocada hacia nuestro interior. Desde allí se nos revelara un universo nuevo, espiritual y perfecto.

El “aqui y el ahora” nos permite disfrutar del regalo que son nuestros sentidos, el olfato, la vista, el tacto, el gusto y el oído, que están ahí para realzar la vivencia de las maravillas que nos rodean. Cuando la mente interfiera para sabotear nuestra percepción, volvamos inmediatamente nuestra atención hacia el cuerpo. Hay dos formas eficientes de lograrlo: podemos hacer conciente nuestra respiración, o conectarnos con los latidos del corazón, tomándonos el pulso.

Permitamos que el pasado se disipe con el convencimiento de que siempre hicimos lo mejor que pudimos. El futuro dejara de amenazarnos si sabemos que siempre estamos bajo el cuidado de la provisión divina, que es perfecta. Nosotros pertenecemos ahora a la eternidad, que equivale al enfoque consciente en el “aqui y el ahora”. Este es el secreto de un hombre, que al acercarse el final de su vida sabe morir, simplemente porque ha sabido vivir.




viernes, 18 de mayo de 2012

VOCES

Cuando oyó la voz de aquella señora sintió miedo, era fuerte, con decisión. No comprendía muy bien lo que quería decir. Hasta ahora estaba acostumbrado a oír una única voz de mujer, una voz que sonaba con eco, pero que le llenaba de amor, de tranquilidad,...
 
Se sentía protegido en su cueva. A veces se preguntaba cuánto tiempo estaría ahí. Le asustaba enfrentarse a lo desconocido. Tenía todo lo que se necesitaba: agua, alimento y sobre todo, amor.
 
Se reía recordando en las cosquillas que aquella voz dulce de mujer le hacía con su mano. A decir verdad, nunca supo cómo era el tacto de su piel, pero para él era suave, tierna.
Tenía pocos recuerdos: sus días pasaban jugando en aquella especie de zulo en que se encontraba encerrado. Aprendió a dar volteretas, sin saber que aquello que hacía se llamaban así; pero lo mejor del día era cuando todo quedaba en silencio y, chupándose el dedo y colocándose en postura fetal, se quedaba dormido.
 
Pero aquel día todo era distinto y estaba muy asustado.
 
Apretaba los puños con fuerza, sabía que muy pronto todo iba a cambiar, que dejaría de dar volteretas, que su hasta entonces "hogar" cambiaría y no sabía a qué iba a tener que enfrentarse.
 
Volvió a escuchar la voz fuerte de aquella señora que decía: "Tranquila, todo irá bien". ¿Cómo que todo va a ir bien?. Procuró olvidarse de lo que estaba pasando y volvió a mirar aquellas paredes rugosas que la había cobijado hasta entonces. No quería abandonarlas, tenía miedo....
 
Entonces todo tembló, sintió un fuerte dolor y vio una luz. Era algo que le deslumbró y tuvo que cerrar los ojos. La puerta de su cueva se había abierto y el río de agua que pasaba a su lado corrió hacia la salida como una catarata dejándole sin nada para beber. Tuvo miedo. No sabía que era lo que iba a venir después.
 
La voz de la señora se hizo más fuerte: "Tranquila, tranquila, todo va bien". Aquello resonó en sus oídos como un trueno. Recordó que una vez oyó una música parecida, algo muy estridente y que se agarró las rodillas para huir de aquello. Pronto algo le hizo volver a la realidad: notó que tiraban de él, que le agarraban por los hombros y sintió un dolor aún más profundo. La luz se hizo tan penetrante que apretó fuertemente los ojos para que no le cegara.
 
Durante unos segundos no supo dónde estaba, sólo oía voces y no podía abrir los ojos. Sintió tanto temor que se puso a temblar. Tenía frío. Sabía que ya no estaba en su cueva, pero ¿dónde estaba?.
 
Cuando creyó que ya no podría resistir más aquella situación, oyó la voz dulce de la mujer que hasta entonces le había hecho cosquillas que le decía: "Bienvenido a la vida hijo mio". Y por fin, pudo saber cómo era el tacto de su madre.
 
Tanta emoción le hizo romper a llorar y todos a su alrededor rieron. 


Te quiero. Más que a la vida que vivo cada día. Más que a los sueños creados y en los que creo. Te quiero más que a las canciones que escucho. Más que a los dolores intrínsecos de la vida. Porque tú eres vida, sueño, canción, dolor. Amor. Eres blues, Lolita, libros en estanterías, consejos del mes de abril, vacunas contra todo dolor, borrachera en medio de tanta cordura, lunes al sol, sábados de oficina. Todo lo que siempre he querido conocer, el miedo a fracasar, a hacerlo mal, a morir de amor. Eres una cita en cocheras que me hacen oler lo más bello de la vida, eres contradicción, cambio, equipaje y avión. El diario matutino, mi verdad, el afán por superarme. Café y cigarros. Lo que me gusta, lo que detesto. Cambio, otra vez cambio. Y tú lo has visto, cuando te dije que lo natural es odiarse. El cambio. Lo natural es quererte. Tú también pensabas antes de conocerme que lo natural es odiarse. Ambos lo pensábamos, andábamos buscando otro ser que buscase lo mismo. Y plof, o cataplof... (me encanta plof y cataplof. Plof, cataplof. Mola). Tú.



jueves, 17 de mayo de 2012

LOS HOMBRES, LOS BUENOS HOMBRES...

Los hombres somos esos seres que en tono jocoso describís como personas de una sola neurona, pero, ¡que grande es esa neurona!.
 
Los hombres somos esos padres que trabajan duro para que vosotros salgáis adelante.
 
Los hombres somos esas personas que han llegado cansadas pero han tenido tiempo de preguntar cómo os ha ido en el colegio.
 
Los hombres somos esos amigos que entienden lo que no entienden las mujeres.
 
Los hombres somos esos brazos fuertes en los que apoyarse para no caeros.
 
Los hombres somos esa parte fría que falta, en algunas ocasiones, a vuestro cerebro de mujer y os hace reflexionar y contar hasta diez.
 
Los hombres somos esa mano fuerte e incluso áspera que os acaricia y os tranquiliza.
 
Los hombres somos esos ojos que os dicen lo guapas que estáis y lo dicen de verdad, sin envidias.
 
Los hombres somos esos amigos que guardan vuestras confidencias y no las analizan.
 
Los hombres somos esos seres frágiles escondidos tras un caparazón y que, de vez en cuando, lloran a escondidas.
 
Los hombres somos esos niños que han dejado de soñar con ser futbolistas y trabajan en lo que encuentran mientras siguen soñando.
 
Los hombres somos esos hermanos o primos que os enseñaron a defenderos.
 
Los hombres son esa mano fuerte que abre el bote que se os resiste y os dedica una sonrisa de complicidad.
 
Los hombres somos rudos con alma frágil que se asoma en nuestra mirada de niño.
 
Los hombres somos esos aspirantes a cocineros de hogar que elaboran platos llenos de amor.
 
Los hombres somos esos seres grandes con un alma enorme que lloran cuando ven nacer a su hijo.
 
Los hombres somos árboles amarrados a la tierra que tienden sus ramas a vuestro antojo.
 
Los hombres somos frágiles pero nos llenamos de corazas para no mostrarlo.
 
Los hombres somos los gigantes que necesitamos abrazos y besos de niño.
 
Los hombres somos esa mitad que encontráis en vuestra vida para ser un todo. 
 
 
 

miércoles, 16 de mayo de 2012

LOS CUARENTA

Cuando cumplí los cuarenta no noté ninguna crisis ni nada por el estilo, pero a medida que va avanzando la decena, comienzo a pensar por qué se habla de esa dichosa crisis.
 
La verdad es que es una edad extraña: los que tienes por delante comienzan a irse y los que vienen detrás quieren independizarse: así que tú pasas a ser muy joven para tus antecesores, que suelen decirte que aún eres un crío, y muy viejo para tus descendientes, que te dicen que no te enteras de nada.
 
Sinceramente, yo me sigo sintiendo joven, con ilusiones, con sueños y con un futuro por delante que me traerá cosas maravillosas, o al menos, eso espero; pero siempre tropiezas con el gafe de turno que tiene que decir: los próximos en caer somos nosotros.
 
No te vistes con la misma ropa que tus hijos, porque sencillamente el cuerpo se ha desbordado y no encuentras tu talla, pero lo harías con mucho gusto; ni tampoco te vistes con la misma ropa que tus padres, porque no quieres parecer un/a abuelo/a; así que impones tu propio estilo y te pones lo que te da la real gana, que para eso tienes cuarenta y puedes hacer lo que quieras.
 
Si sales de juerga una noche, te cuesta varios días recuperarte, y ahí te das cuenta que el tiempo no ha pasado en balde; sin embargo, si te quedas en casa, el cuerpo te pide que lo muevas y que, alguna noche, se vuelva loco hasta el amanecer.
 
Comienzas a controlar el colesterol, el azúcar y hasta se te ocurre ir al médico a hacerte una revisión, de cuyos resultados terminas pasando olímpicamente y comes lo que te apetece, o en el peor de los casos, conoces las huellas que el paso del tiempo va dejando en el cuerpo.
 
En teoría es una edad en la que tienes libertad absoluta de movimientos, sin dar explicaciones a nadie de lo que haces, de donde estás, de con quien vas,..., pero tienes que estar pendiente de los mayores y de los pequeños, así que tú ejerces el control de todo sin nadie que te controle a ti, porque tampoco tienes tiempo para hacer lo que quieras.
 
Vuelves a recordar tiempos pasados en boca de los que te preceden y todas las asignaturas del colegio o del instituto en boca de los que te siguen. Mientras tú, intentas llenar tu cabeza  con nuevos conocimientos de las cosas que realmente te interesan.
 
Sigo sin creer en la crisis de la cuarenta, me parece una edad maravillosa en la que aún podemos aprender mucho, de los de antes, de los de después y de todo lo que nos rodea, eso que nosotros hemos elegido y a quienes hemos acercado a nosotros.
 
 

martes, 15 de mayo de 2012

VOLVER A REIR

Nadie más que uno mismo sabe cuales son sus sufrimientos y sus penas; ese puñal clavado en el corazón con el que se levanta cada día, que le acompaña a todas horas, que le hace soltar alguna que otra lágrima.
 
Todos hemos perdido a alguien en esta vida y lloramos su ausencia, y no me refiero únicamente a la pérdida física de los seres queridos, si no también y sobre todo, a aquellas pérdidas en vida de aquellos amigos, familia, hijos y personas que de una forma especial nos dejaron una huella imborrable en lo más profundo de nuestro corazón, rogamos por tener un minuto más para estar con ellos, porque todo haya sido una horrible pesadilla de la que nos vamos a despertar.
 
Pero en nuestra vida cotidiana se nos plantean situaciones que, aunque parezca mentira, nos hacen reír, disfrutar de esos pequeños momentos que son mágicos, que hacen que la comisura de los labios se eleve y nos volvamos a sentir felices. Y ahí viene el problema, ¿cuándo consideramos un tiempo prudencial para volver a sonreír?.
 
Nuestro corazón está triste, los recuerdos se agolpan en nuestra mente y creemos que no tenemos derecho ni fuerzas para volver a reír, a que nada haga que ese dolor desaparezca de nuestro ser.
 
No hay un tiempo de luto concreto, el dolor de algunas pérdidas se lleva para siempre, pero debemos volver a reír, volver a sentir alegrías, volver a vivir. Nadie puede decirnos que no debemos disfrutar de la vida; antaño quedó el año de luto que se mantenía. Ahora es el momento de pensar en cómo nos gustaría que nos vieran esas personas que ya no están con nosotros, con las cuales no compartimos nuestra vida. 

Con toda probabilidad nos pedirían que sonriéramos, así que hagámoslo: seamos felices por ellos, pero sobre todo, por nosotros. Nuestro corazón seguirá triste y aprenderá a vivir con el vacío, pero en nuestra cara debemos reflejar una sonrisa, es la mejor manera de continuar y rendir un pequeño homenaje a los que nos dejaron, de los que nos alejamos, ellos también nos devolverán la sonrisa desde allá en donde estén.


viernes, 11 de mayo de 2012

MI PAÍS



 Soy un ciudadano de a pie. Una persona normal y corriente de las que nos podemos encontrar en las calles de nuestras ciudades o pueblos. Me siento privilegiado por tener un trabajo, es un trabajo autónomo, algo casi milagroso en los tiempos que corren, pero es un trabajo. Tuve que abandonar un puesto de funcionario de carrera que era mi vocación, mi culminación profesional y personal, que empezó siendo el logro más grande de mi vida profesional, y acabó siendo el peor de los infiernos, y encima con el silencio cómplice de la mayoría de los compañeros; y que cambió mi vida completamente.

Ya habréis notado que no hablo nunca de política, ni de mis ideas sobre todo lo que diariamente acontece a nuestro país, y sobre todo lo que esto afecta a todas las personas que lo conformamos. 

Por primera vez y, en lenguaje coloquial, me voy a mojar. 

Estoy cansado de tanta hipocresía, de tanta mentira, de tanto tomarnos el pelo.
Un señor, cuya fortuna está colocada en el número 134 de las mayores del mundo, dice "lo siento" y ya todos tenemos que estar de acuerdo y agachar las orejas y seguir manteniendo a una familia, si es que se le puede llamar familia ya que cada uno va por su lado, que a mí no me representa como español. 

Esos señores que pregonan en sus campañas electorales la solución a todos los problemas (los nuestros, porque ellos parece ser que no tienen a la hora de vivir el día a día), tampoco hacen que me sienta representado más allá de los pirineos o de los mares que nos circundan. 

Prefiero ver a los jugadores de las selección de fútbol, a Rafael Nadal, a Fernando Alonso  y a otros grandes deportistas enarbolando la bandera de mi país y escuchando con lágrimas en los ojos nuestro himno. Prefiero escuchar a cantantes como Serrat, Sabina, Plácido Domingo, etc, entonando sus canciones y recordando sus orígenes en este país, el suyo y el mío. Prefiero a los científicos que han tenido que marchar al extranjero, y siguen añorando su patria, y ahí donde están trabajando para hacer un bien a la humanidad, siguen recordando su tierra, esa que nosotros pisamos todos los días y a ellos les queda tan lejos. Prefiero a los grandes escritores, a los pensadores.

No entiendo nada de política (de la actual política, y eso lo digo porque suelo releer a menudo a Platón, Aristóteles, Demóstenes...) y, sinceramente ha llegado un momento en que tampoco me interesa, porque vivo en un país en el que la corrupción está a la orden del día. Porque los de "arriba" pueden hacer lo que les pase por sus honorables partes sin que nadie diga nada y, los que estamos "abajo" protestamos, pero con cuidado, no sea que nos imputen por insultos a alguien y terminemos entre rejas o pagando una multa que nos sirve para vivir o, mejor dicho, para sobrevivir.

Me canso de políticos que prometen y nunca cumplen, porque con los años que tengo, he oído ya demasiadas promesas que nunca se han llevado a cabo, pero eso sí, ellos tienen sus bolsillos bien llenos y no sacan el papel para  hacer cuentas e intentar llegar a fin de mes.

Seguimos viviendo en el país de la dedocracia en vez de la meritocracia, y no tengo que alejarme de mi ciudad para dar fe de ello. Tengo un dicho: "que jodido es ser de Algete y tener memoria"; (esto se podría aplicar a cualquier pueblo o ciudad), pues yo la tengo y podría hablar de los que representan a mi ex-ciudad y a mi ex-comunidad, (he tenido que abandonar recuerdos, vivencias y relaciones de más de 25 años de mi vida), pero ya he sufrido las consecuencias de haberlo hecho y no quiero volver a pasar por eso.

Me siento español, me siento Andaluz y Madrileño, pero porque amo estas tierras, porque amo este pais, sus gentes, sus contrastes; porque confío en la justicia (la verdad no mucho, pero no me queda otra) y en su independencia (en no pocas ocasiones más que cuestionable) y porque como reza otro dicho "a cada cerdo le llega su San Martín".

miércoles, 9 de mayo de 2012

ACALLANDO MIS EMOCIONES...

Trato de aislar las miserias de mi vida del vacío causado por vuestra ausencia, intrépido, pierdo vanamente, la aventura que me impongo.

Lucho por el alcance de vuestra benevolencia para confortar mi corazón casi muerto, profunda la herida sangra, mi respiro se suspende en el intento.

Caminos paralelos, destinos en contrapunto, ironías de esta vida, siempre imperfecta, euforia falsa, soledades que perduran, esperanzas superfluas.

Andar erguido, falsa estancia, acallando mis emociones que brotan del alma.


"Las emociones proporcionan los criterios esenciales sobre los que basar el  proceso racional de toma de decisiones sobre nuestras vidas" 

Damasio


 

LA SOLEDAD

La soledad es un estado de ánimo, una forma de afrontar la vida y una necesidad para el espíritu. La soledad no es mala, cuando aprendes a compartir los mejores momentos contigo mismo, hace que sea mucho más sencillo aprender a valorar y compartir la felicidad con los demás. 

En soledad aprendes a escuchar tus pensamientos y sobre todo, a entenderlos. Puedes estar simplemente por estar, no necesitas sonreír si no te apetece y no pierdes de vista el presente porque te vuelves mucho más consciente del pasado. 

Nos educan enseñándonos a compartir y a respetar a los demás, pero no nos enseñan a respetar nuestro espacio en soledad. Los que siempre hemos sido más contemplativos o hemos basado nuestro vida en conocernos más a nosotros mismos, en entendernos y amarnos, sabemos que los momentos en soledad son pocos y al ser pocos, son valiosos y necesarios. El silencio, la quietud y los recuerdos son buenos compañeros de viaje. 

Estar en soledad no quiere decir sentirse solo, son estados diferentes, porque te puedes sentir solo y en cambio estar siempre rodeado de gente. Sentirse solo, suele ir acompañado de tristeza e incluso puede llegar a desesperar y a provocar situaciones de ansiedad. Pero vivir en soledad conlleva un encuentro con lo espiritual. 

En según que momentos, no resulta difícil envolverte en celofán para conseguir el punto de soledad necesario. Digo celofán porque es un papel transparente de colores, que aunque no deja pasar con claridad lo que hay al otro lado, no te hace perder la verdadera visión de la realidad. Leer una libro, escuchar música, ver una película e incluso mirar las estrellas son actos más satisfactorios cuando consigues aislarte del resto del mundo. 

Escribir, mirar fotografías antiguas, coser, recortar o pintar un cuadro, pueden conllevar consigo un punto de concentración que hace que te desconectes de tu entorno. Relajarse de los nervios y el estrés diario, pasar por una sesión de masaje, escuchar música e incluso pasearte por Internet, son cosas que hacemos en soledad y que al mismo tiempo nos aportar satisfacción. Realmente, hacemos muchas cosas en soledad durante las horas del día, pero lo hacemos sin plena consciencia y por tanto no disfrutamos de estos momentos, que en ocasiones cuando no los tenemos, los añoramos.

No pasa nada por vivir en soledad, si es esta nuestra elección, pero sí es triste para aquellas personas que sintiéndose solas, no son capaces de tomar el camino para adaptar este sentimiento a una soledad controlada y rica en experiencias.

En soledad puedes dejar de respirar y el mundo se para, en soledad puedes escuchar tu respiración y ver el interior de tu estómago. En soledad puedes degustar el placer sin empacharte.


AMISTAD...

 
 

Dicen por ahí que quien tiene un amigo tiene un tesoro...
Es cierto, la amistad sincera y pura es un regalo para el alma. Pero lo cierto es que al abrirnos a otro corremos el riesgo de que esta persona nos haga daño, tal vez más adelante nos decepcione, tal vez nos ilusionemos con ella y después nos duela la ruptura...

Aún así necesitamos tener gente en quien confiar, a quien poder acudir para hablar, para contarles nuestros problemas y claro, también nuestras ilusiones.

La verdad es que me resulta tremendamente difícil confiar en alguien, pues por mi forma de ser siempre temo el que me hagan daño y eso se traduce en que no me abra a cualquiera. Lamentablemente estas protecciones a veces tienen sus fallos y a veces pasa... a veces te hacen daño...

Por si mis amigos leen este posts, para su tranquilidad, ni por asomo estoy pensando en vosotros, es muy improbable pero él ya sabe a quien me refiero si lee esta entrada.

Aún así guardo un buen recuerdo de esta amistad perdida y por eso le he dedicado la canción que encabeza esta entrada, para mi la mejor canción sobre la amistad. Por ella no dejo que arraigue en mi el resentimiento, para que no mancille mis recuerdos y por ende mi alma, pues quiero ser puro en ese aspecto y no perder la inocencia que va conmigo desde que nací, soy así y no quiero evitarlo...

Y que mi luz te acompañe,
pues la vida es un jardín,
donde lo bueno y lo malo
se cofunden y es humano
no siempre saber elegir...

martes, 8 de mayo de 2012

¿QUÉ PORQUÉ QUIERO ESTAR CONTIGO?

¿Qué porqué quiero estar contigo?
 
Sencillo, quiero estar no por soledad, ni para escapar de mis tristezas; es para encontrarme a mi mismo cada mañana en tus ojos, para construir sueños en forma de puentes por donde transitar los dos.
 
¿Qué porqué quiero estar contigo?
 
Sencillo, quiero estarlo no por el bien que me haces, no por el bien que te hago; sino por el bien que hacemos al mundo cuando estamos juntos.
 
¿Qué porqué quiero estar contigo?
 
Sencillo, quiero estar por conviccion, por libre voluntad, por el más simple deseo del corazon.
 
Por eso vida mia, sencillamente por eso, quiero estar contigo. 

lunes, 7 de mayo de 2012

LA GENTE QUE ME GUSTA

Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad. Me gusta la gente con capacidad para asumir las consecuencias de sus acciones, la gente que arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien se permite huir de los consejos sensatos dejando las soluciones en manos de su férrea voluntad.
 
Me gusta la gente que es justa con su gente y consigo misma, la gente que agradece el nuevo día, las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora con buen ánimo dando lo mejor de sí, agradecido de estar vivo, de poder regalar sonrisas, de ofrecer sus manos y ayudar generosamente sin esperar nada a cambio.
 
Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, pero sin lastimarme ni herirme. La gente que tiene tacto.
 
Me gusta la gente que posee sentido de la justicia.
 
A estos los llamo mis amigos.
 
Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría y la predica. La gente que mediante bromas nos enseña a concebir la vida con humor. La gente que nunca deja de ser aniñada.
 
Me gusta la gente que con su energía, contagia.
 
Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos razonables a las decisiones de cualquiera.
 
Me gusta la gente fiel y persistente, que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.
 
Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza en reconocer que se equivocó o que no sabe algo. La gente que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.
 
La gente que lucha contra adversidades.
 
Me gusta la gente que busca soluciones.
 
Me gusta la gente que piensa y medita internamente. La gente que valora a sus semejantes no por un estereotipo social ni cómo lucen. La gente que no juzga ni deja que otros juzguen.
 
Me gusta la gente que tiene personalidad.
 
Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano, es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón.
 
La sensibilidad, el coraje, la solidaridad, la bondad, el respeto, la tranquilidad, los valores, la alegría, la humildad, la fe, la felicidad, el tacto, la confianza, la esperanza, el agradecimiento, la sabiduría, los sueños, el arrepentimiento y el amor para los demás y propio son cosas fundamentales para llamarse GENTE.
 
Con gente como ésa, me comprometo para lo que sea por el resto de mi vida, ya que por tenerlos junto a mí, me doy por bien retribuido.
 
 

domingo, 6 de mayo de 2012

1 + 1 = 2

Leí un artículo que decía que al encontrar la estabilidad en una pareja uno se engorda. Sinceramente me parece una chorrada y no entiendo a las personas que se dedican a estudiar estas cosas con la cantidad de problemas que hay en el mundo.
 
Muchas cosas cambian cuando encuentras la estabilidad con una pareja: tu tiempo se divide en dos, el que empleas para ti y el que compartes; tu corazón tiene nuevos sentimientos que antes no habías tenído y, con el paso de los años, sigues fomentando cada día ese mariposeo en el estómago; ya no empleas la palabra yo, ahora es nosotros; tus prioridades pasan a ser otras.
 
No creo que encontrar pareja engorde; lo que si que engorda es el corazón, se hace más grande para tener a otra persona que solemos colocar en un lugar privilegiado.
 
Encontrar la estabilidad no significa que dejemos de ser nosotros, que dejemos de cuidarnos, que olvidemos amistades, que nuestro mundo se reduzca. Nuestra pareja y nosotros mismos debemos asumir como somos, con nuestros defectos y virtudes, con nuestras alegrías y penas, con nuestros silencios y monólogos. No debemos dejar de ser nosotros mismos y tenemos que encontrar el equilibrio entre dos mundos, en algunas ocasiones muy distintos, que se han unido.
 
Para mí lo más importante es que yo sigo siendo yo y mi pareja sigue siendo élla y tenemos momentos para nosotros en el que pasamos a ser dos, pero también y creo que es primordial, tenemos momentos en que somos uno y una.
 
Dando gracias y, a pesar de lo que digan algunos, a mí encontrar la estabilidad no me engordó, simplemente porque ya me pilló gordito, pero sí que me dio un motivo más por el que vivir y seguir cada día, algo que continúo haciendo siendo uno y siendo dos.
 
 
 

sábado, 5 de mayo de 2012

PENSANDO, PENSANDO...

Lo lógico y natural es que todos, un día u otro nos moriremos, la vida es así. Pero ¿por qué hay que morirse para ser bueno?.

Hay personas que nacieron con la maldad dentro de ellos, otras que cambiaron con los años y se convirtieron en seres inhumanos, otras que hicieron el bien, pero llegado el día en que todos nos despiden, pasamos a convertirnos en buenas personas.
 
Pero somos humanos, y una vez pasados los llamados días de duelo, volvemos a la realidad, y a esa persona que durante un tiempo la hemos tratado de buena, vuelve a nuestra mente en algún momento en que se portó de forma poco correcta, hizo algo que podríamos decir inapropiado. ¿Por qué somos así?. No sé si llamarlo hipocresía, humanidad ante el dolor de una familia o cómo definirlo.
 
Será por mi carácter o por mis genes, pero para mí todo el mundo es bueno mientras no se demuestre lo contrario, y estoy hablando de buenos en vida; eso sí, llega el día en que ves una actitud de una persona, un hecho, unas palabras, un comportamiento, y entonces lo pones en la lista negra, en esa que todos tenemos de aquellos seres que no queremos cerca de nuestra vida porque nos hacen daño, nos perjudican o, simplemente, no nos aportan nada positivo.
 
Nadie es perfecto, aunque algunos se lo crean. Todos tenemos personas a las que no les caemos bien, no comulgan con nuestras ideas o, simplemente, en algún momento de nuestra vida hemos hecho algo que no estaba bien, hemos hecho daño y, en la mayoría de los casos, hemos sido incapaces de pedir perdón.
 
Creo que el ir a un tanatorio debería ser como ir a una boda: sólo acudir aquellos que realmente lo sientan, que su corazón les diga que tienen que estar ahí.
 
Me estoy poniendo demasiado trágico, así que espero que el día que yo falte los que quieran llorar que lloren, los que quieran reír que rían, los que quieran decir que era una buena persona que lo digan y los que me quieran criticar, por favor, que se abstengan de venir, prefiero que me lo digan ahora a la cara; aún estoy a tiempo de pedir perdón.


viernes, 4 de mayo de 2012

NOCHES DE SÁBADO

Llegan las noches del tan ansiado sábado. 
 
Cuando eres pequeño es la noche en que te puedes ir más tarde a la cama porque al día siguiente no hay cole; es todo un privilegio y te hace sentirte mayor, así que aprovechas para jugar, para ver la tele y aguantas lo indecible a pesar de que tus ojos se cierran, acostumbrados como están los pobres a un horario que les reclama dormir.
 
En la adolescencia es la noche deseada; te arreglas y sales con tus amig@s; ya eres mayor; pero ahí están tus padres para ponerte una hora límite a tus descubrimientos. Es la noche en que descubres tu primer beso, tu primera bebida con alcohol, tu primer cigarrillo, tu primera decepción al ver a la persona que te gusta con otr@. Constantemente miras el reloj para no llegar tarde a casa, porque conllevaría no salir en unos cuantos sábados. Apuras hasta el último minuto y, después, corres para llegar en el tiempo límite.
 
Pasada la veintena ya no hay horario, no hay primer beso, no hay decepciones. Tienes libertad total y absoluta y unos pasan la noche de bar en bar, otros en algún local con los amigos y, los más afortunados, con la persona de sus sueños.
 
Pero ¡ay cuando pasas de los cuarenta!. Tal cual están las cosas lo más normal es que acudas a cenar a casa de algún amigo o que vengan a tu casa (la economía no da para ir de restaurantes). Sabes que si te pasas con las copas lo vas a pagar durante unos días, porque el cuerpo te dice que ya no tienes edad para tanto "desmadre". Las tertulias con tus amig@s se hacen interesantes porque estás con aquell@s en quienes confías y puedes decir todo lo que te dé la real gana; y aguantas críticas y las comprendes y te permites trasnochar, aunque sabes que en el interior de tu cuerpo hay un reloj que, al día siguiente, te despertará a la hora habitual.
 
Cuando tu edad ya es más avanzada acudes a bailar a algún local, si es que alguien ha tenido la idea de abrir alguno en tu lugar de residencia, y disfrutas como cuando eras niño: al día siguiente no tienes obligaciones, ni al otro, ni al otro, porque ya estás retirado, pero hay algo en esas noches que te hace alegrarte y sonreír y disfrutar y ponerte lo más guap@ posible y vivir.
 
Sábado sabadete, da igual la edad que tengas, es una noche que promete.
 
 
 

jueves, 3 de mayo de 2012

...PARA TODO AQUEL QUE LEA...

Desde aquella tarde en que te vi bailando tras un cristal de soles y de sombras,
hasta esta noche en que, invisible, a mi lado, te siento respirar, habrán pasado muchas cosas: días, noches, miradas dactilares, una flor de luz, un beso en el pliegue de los labios, otro simbolizando el sí, los pétalos de una rosa roja atrapados en una hoja de papel, nuestras manos enlazadas, tu cabeza en mi hombro, calles y avenidas, un bosque,
el río incesante, un paseo cogidos de la mano, besos, abrazos, el glorioso moreno de tu carne, el signo de una lágrima, risas, llantos, miedos, cuándos, dóndes, la leche y la miel,
el deseo, el embeleso, los bocaditos de nata, el kiwi y otras frutas, y nuestro caminar juntos por la vida.
 
Yo, un hombre hecho de amor, tiempo y soledad, te entrego estas palabras…
para que todo aquel que lea sepa que te amo.


miércoles, 2 de mayo de 2012

MIS PENSAMIENTOS

A veces me gustaría comunicar un pensamiento sin encerrarlo en unas cuantas palabras; sin formularlo. 

Transmitirlo tal cual; pasarlo de un lugar a otro sin proceso de traducción. Para que llegara sin ningún tipo de cambio, en esencia pura. 

Como si los pensamientos se midieran por su longitud de onda.


TE BESO

Hoy me he levantado con unas enormes ganas de escribirte. Y de verte. Y aquí estoy: frente a las teclas frías de un ordenador que se queja cada vez que lo enciendo. 

Sale el sol. Los cristales de casa se empañan en esta mañana fria de primavera. Pronto usaremos la piscina. ¿Vendrás? Seguro que sí. Estaré esperándote como cada día. Búscame paseando con Rufo por la montaña. 

La música bien alta, ya me conoces. No me importa que tardes. Me basta con sentir tu tacto cálido sobre mi espalda. Las noches son demasiado frías, y no tiene nada que ver con este clima de montaña que me encanta. Es, más bien, que no estás entre las sábanas para calentarlas. Aun con la chimenea devorando leña hace un frío invernal. Es el peor... 

He decidido hacer para comer lo que tanto nos gustaba para el domingo -aunque yo sigo prefiriendo tus pechos-. 

No voy a cerrar las ventanas por mucho que llueva, te encanta el olor a tierra mojada. El olor a lluvia me recuerda las tardes acurrucados bajo la manta en el sofá. También me encanta cuando las tormentas nos sorprendían en mitad del paseo a 20 minutos de casa. Llegábamos empapados. Entonces la ducha caliente era una gran aliada. ¿Lo recuerdas? Claro que lo recuerdas. 

Esta noche me iré pronto a la cama. Mañana madrugo. Pero antes te enviaré esta carta. Ven a por mí. Cuida de este pequeño loco que necesita tus besos más que el aire puro que se desliza por estas montañas. Te beso.