martes, 27 de marzo de 2012

A LOS QUE LUCHAN SIN GRITAR

Estamos muertos. Estamos rotos en mil pedazos. Aún así nos levantamos cada mañana con una sonrisa sacando fuerzas de debajo de las sábanas. Caminamos con la mirada cabizbaja soñando con mundos que nunca pisaremos. Vamos a la luna cada sábado por la noche entre copa y copa. Sueños de ida y vuelta. Nos despertamos sin ganas de pisar las calles y aún así recorremos el mundo entero. Cada pisada es un golpe en el corazón. Los domingos son trenes a ninguna parte y hay nostalgia en el fondo de la taza de café. Alcanzamos a soñar que es lo poco que nos queda. Nos perdemos en los giros de la vida para aparecer a la vuelta de la esquina. Hacemos el amor y la guerra dependiendo del día. Nos maquillamos las ojeras y nos pintamos sonrisas. A veces nos cortamos el pelo y dejamos escapar por la ventana la tristeza. Los lunes tomamos café para recuperar fuerzas y enfrentarnos a la vida. Y así vamos, riendo y llorando, soñando y destruyendo sueños. Muertos por dentro y vivos por fuera. Colgándonos de las agujas del reloj esperando que alguien nos rescate. Y nos lleve lejos. Donde los sueños se hacen realidad y el café no es amargo, cada atardecer es una sonrisa y cada amanecer es la llave a un nuevo mundo. Un mundo en el que es obligatorio mirar al cielo cada mañana y sonreir. Estamos muertos, pero deseamos resucitar cada segundo de nuestra pequeña e insignificante vida. 



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