Es cierto, la amistad sincera y pura es un regalo para el alma. Pero lo cierto es que al abrirnos a otro corremos el riesgo de que esta persona nos haga daño, tal vez más adelante nos decepcione, tal vez nos ilusionemos con ella y después nos duela la ruptura...
Aún así necesitamos tener gente en quien confiar, a quien poder acudir para hablar, para contarles nuestros problemas y claro, también nuestras ilusiones.
La verdad es que me resulta tremendamente difícil confiar en alguien, pues por mi forma de ser siempre temo el que me hagan daño y eso se traduce en que no me abra a cualquiera. Lamentablemente estas protecciones, esas precauciones, a veces tienen sus fallos y a veces pasa... a veces te hacen daño... a veces te llevas la más grata de las sorpresas...
Por si mis mejores amigos leen este posts, para su tranquilidad, ni por asomo estoy pensando en vosotros, no creo que a quienes me refiero lean nunca esta entrada.
Aún así guardo un buen recuerdo de aquellas amistades perdidas, dejadas atrás en mi camino pero no en mi corazón, dejadas en gran parte por estar preocupado en mantener altas mis defensas y por una cierta tendencia al desapego (actitud ya desechada), y por eso las he dedicado la canción que encabeza esta entrada, para mi una de las mejores canciones sobre la amistad. Por ello no dejo que arraigue en mi el resentimiento conmigo mismo, para que no mancille mis recuerdos y por ende mi alma, pues quiero ser puro en ese aspecto y no perder la inocencia que va conmigo desde que nací, soy así y no quiero evitarlo...
Y que mi luz te acompañe,
pues la vida es un jardín,
donde lo bueno y lo malo
se cofunden y es humano
no siempre saber elegir...
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