Cuando la vida te sorprende; cuando la
llamada que esperas no llega; cuando aquellos a los que has amado no
están a tu lado; cuando sientes que no te comprenden, no le des más
vueltas a la cabeza: es lo que llamamos ignorancia.
No molestan los desprecios de gente que opina de ti sin saber, sin preguntar, sin querer entender que todo tiene un porqué.
Somos humanos, somos egoístas y nos construimos un mundo "perfecto" en el que aquellos que no son como nosotros, no tienen cabida.
Nadie es perfecto, aunque muchos se crean que lo son; nadie puede opinar sobre los demás sin meterse en su piel; nadie tiene que decirte lo que has de hacer si no vive tu vida; nadie puede olvidar que todos tenemos un pasado y que tenemos que cargar con él.
Todos necesitamos de vez en cuando una palabra amable, un gesto de cariño, una caricia de alguien a quien en un pasado amamos.
Pero llega un momento en que te planteas si esa palabra, ese gesto, esa caricia te apetece recibirlo.
Somos dueños de nuestros actos, de nuestros pensamientos, de nuestros sueños y nadie tiene derecho a cuestionarlos sin antes ponerse en nuestro pellejo, sin preguntarnos simplemente: ¿Por qué?.
No debemos sentir odio, ni rencor, ni ningún mal pensamiento hacia aquellas personas que, una vez, formaron parte importante de nuestras vidas, y ahora han desaparecido por completo. Tan sólo debemos sentir lástima por ellas, porque en su mundo de perfección no se han parado a preguntarnos, porque nos juzgan y nos critican sin saber.
¡Qué triste es la ignorancia!; poco personas podemos considerarnos si juzgamos sin pararnos a escuchar, si criticamos sin pretender ayudar, si nuestra "perfección" nos impide ver los problemas de los demás.
No perdamos más tiempo, no hablemos sin saber, no apartemos de nuestro lado sin escuchar, no olvidemos nunca preguntar ¿Por qué?.
No hay comentarios:
Publicar un comentario