sábado, 5 de mayo de 2012

PENSANDO, PENSANDO...

Lo lógico y natural es que todos, un día u otro nos moriremos, la vida es así. Pero ¿por qué hay que morirse para ser bueno?.

Hay personas que nacieron con la maldad dentro de ellos, otras que cambiaron con los años y se convirtieron en seres inhumanos, otras que hicieron el bien, pero llegado el día en que todos nos despiden, pasamos a convertirnos en buenas personas.
 
Pero somos humanos, y una vez pasados los llamados días de duelo, volvemos a la realidad, y a esa persona que durante un tiempo la hemos tratado de buena, vuelve a nuestra mente en algún momento en que se portó de forma poco correcta, hizo algo que podríamos decir inapropiado. ¿Por qué somos así?. No sé si llamarlo hipocresía, humanidad ante el dolor de una familia o cómo definirlo.
 
Será por mi carácter o por mis genes, pero para mí todo el mundo es bueno mientras no se demuestre lo contrario, y estoy hablando de buenos en vida; eso sí, llega el día en que ves una actitud de una persona, un hecho, unas palabras, un comportamiento, y entonces lo pones en la lista negra, en esa que todos tenemos de aquellos seres que no queremos cerca de nuestra vida porque nos hacen daño, nos perjudican o, simplemente, no nos aportan nada positivo.
 
Nadie es perfecto, aunque algunos se lo crean. Todos tenemos personas a las que no les caemos bien, no comulgan con nuestras ideas o, simplemente, en algún momento de nuestra vida hemos hecho algo que no estaba bien, hemos hecho daño y, en la mayoría de los casos, hemos sido incapaces de pedir perdón.
 
Creo que el ir a un tanatorio debería ser como ir a una boda: sólo acudir aquellos que realmente lo sientan, que su corazón les diga que tienen que estar ahí.
 
Me estoy poniendo demasiado trágico, así que espero que el día que yo falte los que quieran llorar que lloren, los que quieran reír que rían, los que quieran decir que era una buena persona que lo digan y los que me quieran criticar, por favor, que se abstengan de venir, prefiero que me lo digan ahora a la cara; aún estoy a tiempo de pedir perdón.


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