Empieza el día, recogido en la madriguera te escribo unas letras para decirte que el día puede ser intenso, como la lluvia en el trópico o como la espera de un enamorado, ese primerizo que quiere decirle tantas cosas a su amada, tantas, y no le sale ninguna.
El silencio me rodea y es como una canción de ausencias o como una balada de pérdidas, pero miro al cielo azul encima de mi cabeza y veo la inmensidad de los vacíos y la pequeñez de las cosas hermosas, veo en mi interior las luchas de siempre, esas de las ideas, y es tanto el alboroto por salir la primera cuando no saben que lo importante no es la primera flor, lo importante es la flor que llega a las manos de la persona amada. Lo importante son los actos, esos de entrega a los demás y a uno mismo, lo superfluo son las palabras, esos adornos para perderse dentro de las tapas de un libro, o en las páginas de un blog.
El mejor libro que he leído estaba sin letras, y se las he dado a lo largo de mi vida, página a página, lágrima a lágrima, sonrisa a sonrisa, camino que hace nuevos caminos, mujeres que encontré en mi vida, ese es mi libro, los otros son experiencias o sueños de otros, y a muchos los admiro, pero no es nada mío.
Las palabras, a veces, nos regalan los oídos, otras se las lleva el viento al rincón de la nada, pero aún, y eso espero, me quedan unas cuantas páginas que rellenar, unas cuantas vivencias, unos cuantos sueños a tu lado o en soledad, unos cuantos caminos de peregrino que recorrer en el páramo o en la montaña, junto al riachuelo o al lado de mi árbol solitario.
Y me marcho a pasear la salida del sol, y me marcho a mirarte, mujer, y me marcho a mirar paisajes, luces y sombras, y me marcho sin saber donde... pero volveré.
El silencio me rodea y es como una canción de ausencias o como una balada de pérdidas, pero miro al cielo azul encima de mi cabeza y veo la inmensidad de los vacíos y la pequeñez de las cosas hermosas, veo en mi interior las luchas de siempre, esas de las ideas, y es tanto el alboroto por salir la primera cuando no saben que lo importante no es la primera flor, lo importante es la flor que llega a las manos de la persona amada. Lo importante son los actos, esos de entrega a los demás y a uno mismo, lo superfluo son las palabras, esos adornos para perderse dentro de las tapas de un libro, o en las páginas de un blog.
El mejor libro que he leído estaba sin letras, y se las he dado a lo largo de mi vida, página a página, lágrima a lágrima, sonrisa a sonrisa, camino que hace nuevos caminos, mujeres que encontré en mi vida, ese es mi libro, los otros son experiencias o sueños de otros, y a muchos los admiro, pero no es nada mío.
Las palabras, a veces, nos regalan los oídos, otras se las lleva el viento al rincón de la nada, pero aún, y eso espero, me quedan unas cuantas páginas que rellenar, unas cuantas vivencias, unos cuantos sueños a tu lado o en soledad, unos cuantos caminos de peregrino que recorrer en el páramo o en la montaña, junto al riachuelo o al lado de mi árbol solitario.
Y me marcho a pasear la salida del sol, y me marcho a mirarte, mujer, y me marcho a mirar paisajes, luces y sombras, y me marcho sin saber donde... pero volveré.
“Ver nacer el sol”
La paz más bella que se puede ver y sentir…
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