Querido Adolfo:
Estamos en unos días felices y entrañables y este es el motivo de mi carta. Sé de buena tinta que se te antojaban unas fiestas tristes porque te faltaban tus hijos. Pero yo tengo mucho que decirte al respecto e intentaré hacerlo sin extenderme demasiado. Te preguntarás por qué ahora y no antes y la respuesta es muy sencilla...ahora te conozco. Has pasado por una etapa de confusión, de dolor, de miedo, de incertidumbre respecto a lo que te deparaba la vida. Pero afortunadamente has salido airoso. Te encuentro más sereno, más seguro, más hermoso, un poquito más gordito (a lo peor eres anoréxico y por eso al mirarte al espejo te ves siempre gordo), y más feliz...ahora sí sabes quién eres y qué quieres y aunque el motivo de ese cambio haya sido doloroso y traumático...ahora puedo decirte que me siento orgulloso de ti Adolfo. Ciertamente has tenido una ayuda importantísima y fundamental, tu pareja, tus amigos y tú familia. Has sido inteligente y te has rodeado tan solo de aquellos que te queremos bien...ahora valoras más que nunca lo importante que eres para nosotros, pero lo más importante y lo que más quería destacar en esta carta es sin duda el amor desenfrenado que estás viviendo con tú propia persona.
¿Sabes? ahora te veo...y lo que veo realmente me gusta...no permitas que nadie vuelva a quitarte tu sonrisa. Te quiero y espero que no lo olvides nunca. Por todo estos motivos ¡¡Muchísimas felicidades!!
P.D: Sé que últimamente has recibido muchos regalos de los que te queremos, te han regalado hermosas palabras, visitas para estar contigo, lametones de "Rufo", llamadas telefónicas, correos, ... regalos todos desde el corazón. Sé que hoy estás feliz y que sabes lo afortunada que eres por tantos que te queremos...Si alguna vez vuelves a tener dudas de lo que vales Adolfo...tan solo relee esta carta. Al fin y al cabo ¿que es la vida? ni frenesí, ni ilusión, ni sombra, ni ficción...entre marrón y marrón...entre Marisol y Calderón Adolfo...la vida... ES.
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