Durante mucho tiempo he creído que el
arte más difícil de todos era la música; me maravillaba que con tan sólo
siete notas se pudieran llegar a crear composiciones tan fantásticas
que, unas veces te alegran y otras te hacen soltar alguna que otra
lágrima.
A medida que pasa el
tiempo mis sentimientos han ido cambiando y, en el restringido mundo de
las artes, creo que falta una y que, desde mi punto de vista, es la más
esencial: el arte de escuchar.
odos
tenemos la necesidad de que nos escuchen, de poder decir aquello que
pensamos o que sentimos sin esperar nada a cambio, sin respuestas, tan
sólo tener cerca esa persona que es capaz de estar atenta a aquello que
le decimos y, en sus ojos, vemos que realmente nos oye y nos escucha..
Hay
veces en la vida en que te das cuenta que las personas tienen las
orejas simplemente para llevar pendientes, para sujetar las gafas y, en
los casos más extremos, para separar la cabeza; pero llega un día, en
que sin darte cuenta, encuentras a una persona que realmente tiene las
orejas para escuchar y, lo que es mejor, para escucharte.
No
hay nada más digno de agradecimiento en este mundo que poder expresarte
y que alguien te escuche, pero para ello debemos ser los primeros en
escuchar y eso no lo enseñan en ningún sitio.
Vivimos
en el mundo del yo y sabemos conjugar muy bien los verbos: yo digo, yo
me quejo, yo protesto, yo pido,... pero ¿dónde está yo escucho?,
seguramente perdido en alguna parte de nuestro cerebro.
Como
personas deberíamos buscar la licenciatura en el arte de escuchar y, al
final de nuestra vida, poder decir que la hemos conseguido; no es tan
difícil, todos lo llevamos dentro, simplemente tiene que salir al
exterior y dejar de oír para comenzar a escuchar.
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