"Nada
es producto de la casualidad" siempre despierto con esta frase en mi
mente, todo cuanto acontece es producto de nuestros actos, consecuencia
de nosotros en el entorno, leí hace poco en un libro que llegó a mis
manos producto del destino que "la vida se resuelve con el mismo
transcurso de la vida", la convicción en lo que hacemos es el impacto
que provoca en nuestro destino, yo estoy conciente que cada
hecho que forma parte de mi historia está marcado por un propósito, tal
vez en algún momento no acepté las consecuencias, por no parecerme
agradables a mi vida, sin embargo, al paso del tiempo, lo he asimilado
como parte de mi crecimiento interior, de esta alma tan inquieta que me
habita; he tenido personas maravillosas a mi lado, con las que he vivido
momentos por demás interesantes, y
también experiencias dolorosas en su momento, que sólo han fortalecido
la debilidad de mi humanidad, ahora ya superadas. Hay personas que han
marcado su huella en mi camino, tomando rumbo parelelo a mi destino,
pero sin que por ello hayan salido de mi mente y de mi interior, viven
aquí muy dentro, tatuados en un espacio de mi alma, guardado para ellos,
decir que son recuerdos, es decir que quedaron en el pasado, y no es
así, existen, son parte de mi presente porque los mantengo conmigo, por
alguna circunstancia les invoco y permanecen actuales, no son memorias,
son objeto de cuanto hago aún sin verles, sin palpar sus manos, sin
tocar sus rostros, sin sentir la mirada que penetra mis ojos, tratando
de adivinar lo que pienso.
Que escriba este texto, no es casualidad, sé
que pueden por alguna razón leerlo, o escuchar a alguien que lo leyó, o
por un juego de manos sobre el teclado, encontrarlo y enterarse que
siguen aquí conmigo.
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