En mi casa no hay trastero; sí, ese cuarto que, como su propio nombre indica, sirve para guardar trastos.
La
mayoría de las personas que conozco tienen trastero en su casa y, casi
siempre, protestan por la cantidad de cosas que tienen acumuladas y que
no sirven para nada; lo cual viene acompañado de la cantinela:
"cualquier día bajo y lo tiro todo".
Así
tendríamos que ser con nuestros sentimientos, esos que están guardados
en un rincón y que, al fin y al cabo, no son más que trastos y que, de
vez en cuando, salen al exterior y nos hacen daño.
Tendría
que existir no un trastero sino un "maravilladero"; un lugar en el que
sólo hubiera cosas bonitas que han pasado a lo largo de nuestra vida y
que nos gusta ver, tocar; que nos traen sensaciones agradables de
tiempos pasados: los dibujos de nuestros hijos cuando eran pequeños,
ésos en los que los padres siempre salían con una sonrisa y no eran unos
pesados; recuerdos de sitios que visitamos y que nos hicieron
disfrutar; pequeñas cosas de nuestra infancia que fueron realmente
importantes,...
En nuestro
corazón y en nuestra mente sólo tendría que haber sitio para las cosas
buenas; las personas que aportaron algo especial a nuestras vidas,
aquellos pequeños momentos en que fuimos felices y no queremos que
desaparezcan, los buenos momentos que pasamos en familia, con los
amigos.
Suelo ser de las personas
que no guardan todo, pero de un tiempo a esta parte he aprendido que lo
malo, lo desagradable, aquello que me hace daño, no tiene que tener
cabida en el trastero de mi cuerpo; así que me he estoy desprendiendo de todo lo negativo y
sólo guardo lo bueno. Es tarea difícil y complicada, pero es algo que
ayuda a avanzar, a seguir creyendo en las personas y, sobre todo, en uno
mismo.
Sin palabras!!!!! Confieso que urgentemente yo necesito un "maravilladero".
ResponderEliminarSomos muchos los que lo necesitamos!!! muchas gracias por tu comentario!!!
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