jueves, 29 de agosto de 2013

APRENDIENDO A GANAR



Desde pequeñito, siempre recuerdo la figura de mi padre muy unida a las partidas de cartas y a los juegos de azar en general. 

Puede que de ahí me venga la costumbre de las partidas de cartas con los amigos, las tardes de los fines de semana con mis amigos. 

Me pasa algo curioso, y es que aunque juego a ganar (obviamente), llevo fatal las derrotas ajenas. Cuando los otros van ganado, sus caras se transforman, ríen y se muestran animados. Si por el contrario soy yo quien gana, veo caras largas, la gente no esta de tan buen humor, etc.
 

¿De que sirve un juego si solo se divierte el que gana?
 

No, de momento no le encuentro motivación a ganar, y este ejemplo de los juegos, lo podría aplicar también a la vida real.
 

Aunque el tiempo me dé la razón, a pesar de que considere que he "ganado"  y el tiempo ponga a quien me hizo daño "en su sitio"... cuando mi victoria parece evidente, me entra empatía con el "perdedor" y hasta me siento culpable. No puedo evitar  pensar, que una victoria propia, se fundamenta en derrotas ajenas  y no me termina de compensar el sentirme triunfador en nada, si eso ocasiona frustración o angustia en otros. 

Siempre dicen que hay que saber perder, pero en mi caso, tengo que aprender a ganar. Y es urgente que lo haga, sobre todo, porque dicen que jugar conmigo no tiene aliciente, que no muestro interés ni opongo resistencia. Por lo visto no soy buen "rival".
 

Quizás son los genes del padre ludópata, genes de perdedor patológico... no sé.
 

Tampoco sé si conseguiré cambiar a estas alturas de la "partida" de mi vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario