miércoles, 2 de mayo de 2012

TE BESO

Hoy me he levantado con unas enormes ganas de escribirte. Y de verte. Y aquí estoy: frente a las teclas frías de un ordenador que se queja cada vez que lo enciendo. 

Sale el sol. Los cristales de casa se empañan en esta mañana fria de primavera. Pronto usaremos la piscina. ¿Vendrás? Seguro que sí. Estaré esperándote como cada día. Búscame paseando con Rufo por la montaña. 

La música bien alta, ya me conoces. No me importa que tardes. Me basta con sentir tu tacto cálido sobre mi espalda. Las noches son demasiado frías, y no tiene nada que ver con este clima de montaña que me encanta. Es, más bien, que no estás entre las sábanas para calentarlas. Aun con la chimenea devorando leña hace un frío invernal. Es el peor... 

He decidido hacer para comer lo que tanto nos gustaba para el domingo -aunque yo sigo prefiriendo tus pechos-. 

No voy a cerrar las ventanas por mucho que llueva, te encanta el olor a tierra mojada. El olor a lluvia me recuerda las tardes acurrucados bajo la manta en el sofá. También me encanta cuando las tormentas nos sorprendían en mitad del paseo a 20 minutos de casa. Llegábamos empapados. Entonces la ducha caliente era una gran aliada. ¿Lo recuerdas? Claro que lo recuerdas. 

Esta noche me iré pronto a la cama. Mañana madrugo. Pero antes te enviaré esta carta. Ven a por mí. Cuida de este pequeño loco que necesita tus besos más que el aire puro que se desliza por estas montañas. Te beso. 


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