Martin Luther King dijo: "Tengo un sueño" y a partir de ese momento muchas cosas cambiaron.
Ahora
nosotros decimos: "Tengo sueño" y nada cambia. Pasamos noches en vela
porque los problemas no nos dejan dormir, porque en unas horas comenzará
un nuevo día en el que tener que enfrentarnos a todo lo que nos rodea.
Y, aunque parezca mentira, en esas horas que pasamos sin dormir, estamos
soñando despiertos, estamos solucionando nuestros problemas, buscando
la mejor salida para todo y autoconvenciéndonos de que todo se va a
resolver cuando empiecen a salir los primeros rayos de sol.
Esas
noches solitarias, en compañía de nuestra mente, de nuestros proyectos,
de nuestras ilusiones; esas noches en que hacemos mil planes y
encontramos mil y una soluciones; esas noches en que los ojos se niegan a
cerrarse porque saben que más allá de la oscuridad viene la luz y, con
ella, todo es posible.
Podemos
decir que tenemos sueño porque no hemos dormido nada, porque las horas
han seguido pasando mientras nuestra cabeza no paraba de dar más y más
vueltas, porque hemos imaginado, por un momento, la solución a todos los
problemas que tenemos en nuestra vida, porque hemos tenido tiempo
suficiente para analizarlo todo y darnos cuenta de que podemos plantarle
cara a la vida y seguir.
Al
igual que Martin Luther King podemos hacer que las cosas cambien en
nuestra vida, en todo aquello que nos rodea y enfrentarnos a los
problemas, que no puedan con nosotros porque somos más fuertes, porque
podemos luchar, porque tenemos fuerzas donde no sabemos que las
teníamos, porque tenemos sueño porque hemos tenido un sueño.
Hoy el sol luce de nuevo, y mi cuerpo, como cédula fotovoltaica, al sentir el tibio calor de la mañana y la luz limpia, brillante, se llena de energía.
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