miércoles, 4 de abril de 2012

EL PRIMER BESO

A cualquiera que le preguntemos si recuerda su primer beso, lo más probable es que nos sonría ligeramente y nos diga que sí y, es más, nos contará cómo fue aquella experiencia maravillosa: la adolescencia, el chico o la chica que tanto nos gustaba, un lugar escondido, unos corazones acelerados, unos labios que tocaban otros por primera vez y que dejaron una marca en nuestro corazón y en nuestro cerebro para siempre.
 
Creo que casi todos sabríamos decir exactamente el nombre de la persona a la que besamos por primera vez, el lugar y en nuestro estómago volveremos a recordar esas mariposas que revolotearon por unos segundos ante la nueva experiencia que estábamos viviendo.
 
La lástima es que aquel no fue nuestro primer beso. Del primer beso de nuestra vida ninguno tenemos conciencia y es algo que todos tendríamos el derecho de recordar.
 
Nuestro primer beso fue el de nuestra madre cuando nos tuvo por primera vez en sus brazos, cuando cogió a aquel pequeño ser que lloraba, que estaba sucio, que le había hecho pasar momentos de dolor. 
 
Nuestra madre nos cogió entre sus manos y nos besó con ternura, con amor incondicional, con alegría mezclada con lágrimas, con fuerza para darnos vida, con ilusión al ver nuestro rostro.
 
Es triste que no podamos recordar ese beso que nos dio todo lo que somos, ese beso que inició el camino de muchos otros que recibíamos cada día, ese beso que fue nuestro primer contacto con el mundo,  ese beso que nos daba la bienvenida y nos decía que iba a estar ahí siempre.
 
Podemos cerrar los ojos y sentirlo; el beso de una madre es algo especial y, aunque algunos ya la hayan dado el último beso y la hayan visto partir, nunca podremos devolverle todo lo que nos trasmitió con lo que recibimos de sus labios el día en que nacimos: nuestro primer beso.
 
Si aún tenemos la enorme fortuna de tenerla e nuestro lado, no perdamos el tiempo en devolverla todos los besos que recibimos de nuestra madre, aunque es dificil que podamos devolverla todos los que de ella recibimos.
 
 
 

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