domingo, 15 de enero de 2012

¡¡¡¡MARÍA!!!

Hoy es el cumpleaños de mi hija María.
Cumple 23 años.
He compartido casi todos sus cumpleaños.

No sé cuantos más nos quedarán.
Lo único que sé es que los compartiremos todos.
A 2 km, a 25 o a 10.000

Sé que siempre seguirá sorprendiéndome,
pero tengo por seguro que nunca será para mal.

Es capaz de alegrarme el día sólo con oir su voz.
 
Ha sido mi hija de todo.
De tesón, de bibliotecas, de responsabilidad, de madurez, de planings, de alegría, de comidas, de paseos, de aperitivos, de cines, de fiestas, de cenas, de cánticos, de tonterías y de viajes.
 
Ha sido la persona que con su nacimiento me dió uno de los días más felices de mi vida (nunca olvidaré la sensación de tenerla por primera vez entre mis torpes brazos, su olor, su piel morenita, su carita pegada a mi pecho, su VIDA).

Soy capaz de entenderla aunque no me comprenda.

Es capaz de iluminar con su Luna de Madera, cualquier rincon oscuro de mi vida.

Es capaz de que su sonrisa sea una imagen imborrable en mi cabeza y en mi corazón.

Es capaz de arrancarme una sonrisa con sólo pensar en cualquiera de los momentos compartidos con ella.

Podría describirla, pero las palabras no le harían justicia.
 
Podría darle las gracias, pero no sería capaz de abarcar todas las cosas por las que debo dárselas.
 
Podría recordar momentos, pero no tendría suficiente espacio.
 
Podría dar las razones por las que es tan genial compartir la vida con ella, pero no quiero generar envidias.
 
Podría llamarme cursi, pero ya sabemos que los quince de enero son así. Y se me permite.
 
Podría decir cuánto la quiero, pero parecería que es mucho menos de lo que es...


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