viernes, 27 de enero de 2012

"LA CATÁSTROFE ES EL TROFEO"

Tengo sed de horizontes, de atardeceres, que en mis ojos se refleje ese color intenso que siempre me devuelve la esperanza. 

Tengo ansia de carreteras interminables, de desayunar paisajes y café. Quiero amanecer cada día en un lugar distinto. 

De escaparme de la rutina y escribir historias en servilletas para luego abandonarlas, que andamos escasos de sueños. Y renacer en medio del bosque, cómo cuando me escapaba corriendo a él con un libro y volvía sonriendo. Los libros siempre tienen respuestas. Y la música. Y la poesía que me rescata cuando los días grises me atrapan. 
O renacer en medio del tráfico, justo cuando parece que el ruido de los coches forma la melodía perfecta. Subir a lo alto de un edificio y lanzar toda la tristeza para que se estrelle contra el asfalto. 

Este invierno renace mis sentidos. No voy a hablar de historias de trenes, de idas y vueltas, ni de las veces que quise escapar de todo. Voy a hablar de la manera que tienes de abrazarme cogiéndome el cuello cuando me tienes cerca, de cómo me haces el desayuno, con mimo y cuidado para que yo te diga “esta mermelada no me gusta.” De las veces que me perdí en tu cuello olvidando el camino de regreso, con tus labios susurrándome un “no pares”. Y tu cuerpo que parecía una pista de despegue, o de aterrizaje, quien sabe. 

Hemos cogido tantos aviones, tantos trenes de vuelta de la ciudad del viento, tu mano en mi mano, mis ojos en tus ojos. Que todo parece más fácil cuándo estás a mi lado. 

Y los horizontes, y las carreteras interminables, los desayunos, los viajes sin ida ni regreso, las carreteras interminables no son lo mismo si tú no estás a mi lado. 

Si tus ojos alegres no acompañan a mis ojos solitarios, haciéndoles sentir un poco menos solos. 

Que nada tendría sentido si tú no estuvieras ahí, compañera de viajes en este viaje largo que es la vida.


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