Para cambiar las formas de hacer, antes hay que cambiar las formas de pensar
jueves, 14 de febrero de 2013
BUSCANDO LA FELICIDAD
En una ocasión, un muchacho, preguntó a su maestro: ¿qué es ser feliz? Este, únicamente le respondió con una sonrisa. -¿Sonríe usted por algo, maestro?- le dijo el muchacho, -¿Acaso se debe sonreír por algo?- le asesto el maestro. El chico, algo confuso, optó por formularle la misma pregunta a su madre, la cuál le respondió:
-hijo, eso es muy difícil de explicar, al menos para mí.
-¿Tú eres feliz, madre?- le golpeó el muchacho.
-A veces hijo, a veces.
-¿A veces? ¿Cuándo ha sido la última vez que has sido feliz?
- Esta, le respondió: -No lo sé-.
El muchacho, no terminaba de entender nada, era algo complicado, algo que ni su propia madre entendía. Él, recordaba haber leído cosas, relatos cortos sobre parejas de enamorados de familias enemigas que en general se odiaban pero ellos dos se amaban, hablaban de tanto sufrimiento para ser feliz… hablaban de drama, hablaban incluso de morir el uno por el otro. El muchacho, visitó de nuevo a su maestro, y en esta ocasión, la pregunta fue otra. -Maestro, ¿es necesario sufrir para ser feliz?-. El maestro sonrió, y le dijo: -ser feliz es buscar, ser feliz es querer encontrar, ser feliz es mostrar, ser feliz es escuchar, ser feliz es entregar, regalar, intentar… Por el contrario: tener, conseguir, aceptar, recibir… son acciones posteriores a la consecución de la felicidad. Sufrir se puede, y se debe, pero para ser feliz, esa, no es una condición indispensable. Sonríe muchacho, esa sí es una condición indispensable, genera muchos escenarios en los que la sonrisa sea la protagonista, en definitiva, sé feliz chico. El muchacho, sonrió, caminaba presto a su hogar, sonriente, para ver a su madre y decirle que sonriera ella también, trasladar aquello tan valioso que había aprendido. Al llegar a casa, vio a su madre guisando para comer ese día, la madre, se giró al escuchar el ruido de la puerta, y al ver entrar a su hijo, sonrió, sonrió fuerte; y fue ahí, justo ahí, cuando aquel muchacho entendió que para alguien, su sola presencia, generaba el escenario adecuado para ser feliz. Se propuso hacer lo mismo, y que su madre, cada día, tuviera el recuerdo cercano de la última vez que había sido feliz.
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