Mucho se habla de la importancia de “dar”. Importantísimo en la vida, en la sociedad, en el conjunto de la creación.
Pero tan importante como saber dar, es aprender a recibir, abiertamente, sin prejuicios, sin remordimientos, con alegría, con gratitud.
Quizás para aprender a recibir de los demás plenamente, haya primero que vaciarse entero.
“Vacío me siento, a recibir comienzo”
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